Buscar una casa rural en Tenerife es, muchas veces, buscar una pausa. Pero también puede ser una forma distinta de conocer la isla: desde la montaña, entre viñedos, con los pies en la tierra y el cielo muy cerca. En el municipio de Arafo, lejos del turismo ruidoso y cerca del Teide, hay un lugar que ofrece eso: descanso, sí. Pero también paisaje, historia, vino y silencio.
Dormir entre viñedos
A más de 1.000 metros de altitud, dentro del Parque Natural de la Corona Forestal, se encuentra la casa rural de Bodegas Ferrera. Es una vivienda tradicional canaria restaurada con respeto, rodeada de cultivos ecológicos y abierta al cielo del valle. Aquí el aire es más limpio, las mañanas más lentas y las noches más oscuras. Se respira otra cosa.
La casa conserva los materiales de siempre: piedra, madera, cal. Tiene lo necesario para estar cómodos, pero sin excesos. Es un lugar pensado para habitar, no para pasar de largo. Desde su terraza, se ven las nubes bajar por las laderas, y en los días claros, el mar al fondo.
El descanso es solo una parte de la historia
Más allá del descanso, alojarse aquí permite vivir la isla de una forma distinta. La casa rural forma parte de la finca de Bodegas Ferrera, una bodega ecológica certificada, lo que abre la puerta a una serie de experiencias conectadas con el paisaje, la gastronomía y el vino.
Puedes participar en una visita guiada por la bodega, conocer los cultivos en ecológico y probar los vinos que se elaboran a más de 1.000 metros de altitud. Para quienes disfrutan del senderismo, hay rutas que salen directamente desde la finca, atravesando pinares, campos de cultivo y miradores naturales.
Es un lugar perfecto para desconectar, pero también para descubrir: el ritmo lento de la viña, los sabores de la isla, la conversación pausada entre copa y copa.
Otra forma de conocer Tenerife
Alojarse en una casa rural como esta es una forma de ver Tenerife desde otro ángulo. Desde el sendero. Desde el bosque. Desde el silencio. Está bien comunicada con otros puntos de interés, como el Parque Nacional del Teide, la costa este o los pequeños pueblos del interior. Pero lo mejor está justo ahí: abrir la ventana por la mañana y ver cómo la niebla se mueve entre las viñas.